
Los padres se familiarizan con su bebé: con sus ritmos de comunicación, con el aspecto de su cuerpo en momentos de tensión y de relajación.
Estimula la sensación de competitividad de los padres, porque sienten que, a través de este contacto, sus pequeños están a gusto y reciben grandes beneficios.
A través del masaje envían mensajes como: “te amo y quiero comunicarme contigo” y los pequeños lo captan.
El bebé aprende que sus padres pueden tocarlo con amor y tranquilidad y se acostumbra también a tratar así a los demás.
El contacto entre el hombre y su hijo, es como el de la lactancia con mamá
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