martes, 18 de marzo de 2008

Los masajes para recién nacidos favorecen su bienestar

La comunicación no verbal entre padres e hijos les permite
A Los bebés reconocer el mundo a través del tacto, identificar su límite corporal y, además, sentirse más seguros y amados.
Isabela está lista para comenzar la sesión en un ambiente cálido y bajo una luz tenue. Ella está recostada sobre un acolchado de colores ácidos, que la hacen sentir cómoda y tranquila. Como cada mañana, esta pequeña de cinco meses de nacida entrará en contacto con sus padres, a través de las caricias y los masajes.
Lo que Lindy y su esposo hacen con su pequeña hija, no es una moda, es una tradición nacida en la India en 1973, cuando Vilmala Schneider observó, mientras estudiaba y trabajaba en un orfanato, los beneficios de mantener este contacto con los niños y comprobó que la comunicación no verbal entre padres e hijos garantiza beneficios tanto para los pequeños, como para los adultos.
Lo ideal es hacerlo cuando el bebé esté relajado; por ejemplo, después del baño. Los padres deben conocer los ritmos de sus hijos, porque algunos se sentirán más cómodos en las mañanas, mientras otros recibirán el masaje como una manera de liberar la energía final del día y descansar con tranquilidad.
Se necesita también un lugar cálido, alejado del ruido. Allí, el bebé debe sentirse cómodo. “Se puede comenzar con un masaje en seco”, dice Asdrúbal Lozano, de la Academia de Yogaterapia. De esta manera se inicia un contacto con el pequeño, para que se vaya acomodando a las caricias. Después de un par de minutos se recomienda tomar aceite, para que el masaje sea más cálido. La idea es que sean de origen natural, como coco, sésamo, oliva o ajonjolí. “Los aceites procesados no se absorben en el cuerpo, mientras los naturales sí penetran la piel con facilidad”, aconseja Lozano.

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